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INTENTANDO RETENER EN MI MEMORIA ALGUNOS INSTANTES EN VANO DE LA MANO DE LA JUVENTUD AGONIZANTE QUE HA SENTENCIADO: NADA SERÁ FÁCIL COMO ANTES. En unos instantes han volado diez años y se hace extraño, que haya heridas que ni hagan daño. Pero el tiempo sigue sin curarlo todo. Sólo las estrellas saben las ausencias que lloro. Cosas que cambian demasiado, otras demasiado poco atormentado, pero no acabé loco, como otros. Viejos colegas destrozados por las drogas, entradas en el pelo no son lo peor que los años devoran. Tantas movidas que nunca imaginamos ni ciegos, buenos momentos que ni en recuerdos repetiremos. Cuando la vida parecía, mucho menos fría. La novedad de tantos pasos facilitaba la alegría. La juventud no avisó de lo rápido que huiría, aún la siento cuando exhausto la persigo, pero pronto- la perderé pa siempre y me quedaré con cara de tonto, devoto, de la fe en mi, que olvido cuando me rompo. LA JUVENTUD AGONIZA CUESTA TANTO DECIR ADIOS ACERCARSE A LA CENIZA TRAS EL CORAZÓN QUE ARDIÓ. EL TIEMPO ES EL SICARIO DE LA MUERTE Y LA JUVENTUD DEJA DE DEFENDERTE. FUE TAN BREVE Y TAN ETERNO... UN SIMULACRO DE CIELO EN EL INFIERNO. Habrá que acostumbrarse a hacerse mayor, aunque siendo más fuertes cueste más vencer al dolor. La muerte baila mis canciones con la juventud que se va como se irá todo, como te irás tú. Y cuando en un ataúd no me preocupe si no duermo alguien sentirá lo mismo, donde nos sentimos, eternos. Ahora que vivir tiene más peligro sin ser más emocionante, asumo que he perdido los pedazos que dejé en algún parque. Si el cielo existiera sería algo parecido, creo a aquellos partidos de fútbol en el recreo. Seguramente ya se haya ido la mitad de mi vida pero viviré siglos si eso me obliga a que la exprima. Enterré a mi adolescencia y la rutina adulterada me lleva a la necrofilia cuando he de desenterrarla. Sin poder tomarme una copa con el loco que me añora más que un viudo en el aniversario de su boda. La falta de responsabilidad era tan cómoda en mi cubata la tristeza parecía una bonita góndola. Aún golpea mi cabeza la resaca de esos tiempos y aún no se cómo canalizar todo lo que siento. Alejarse de la juventud choca como cuando descubrí que estabas enganchada a la coca. No creo que llegue a anciano si lo hago no será en un asilo viendo la tele con la baba colgando. Espero que si llego a los 80 vea la revolución y aún en silla de ruedas saldré con metralleta. Mi superviviencia intenta, moderar la melancolía Si no hasta el último bar me bebería. Siempre intento recuperar esa magia, fracasando. Por eso recuerdo cuándo, no preguntaba ¿cuándo? Tal vez un día encaje que hay sensaciones que no volverán y por perseguirlas no me meta en un huracán emocional.
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